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viernes, 12 de octubre de 2012

Dead Zone

Dead Zone, de Lucía de Fraga & Vara

Published: Jun 29, 2012
Pages: 70
Impressions: 1000



 
 
 
 
CUANDO HABLAR CLARO ES NECESARIO PARA QUE EL DOLOR SEA UN BÁLSAMO






Prólogo 1:
Ángel Muñoz sobre los poemas de Lucía Fraga.
No es fácil construir prólogos. No, definitivamente no lo es. Pero si una poeta tan camaleónica como Lucía Fraga pone sus tripas encima de la mesa y con ello te facilita la labor, es algo que el encargado de estas líneas agradece.
Que el dolor o el sexo nos mueva a escribir poesía, en principio, no aporta ninguna novedad a lo hasta ahora existente. Pero sí es cierto que hay algo irreprochable en las líneas de la autora: la obligación de expresarse con la mayor claridad posible, el apego a un lenguaje directo y en ocasiones soez para sacar ese dolor que roe las entrañas, y por encima de todo la obsesión de no reprimirse. Sí, que quede claro, la obsesión de no reprimirse en momento alguno.
Os preguntareis dónde está la innovación, y yo os podría responder con una aseveración muy breve: Lucía Fraga es así. Y esto, mal que nos pese, es una cosa que es bastante extraña a día de hoy. Los poetas, últimamente con mayor frecuencia, dan vueltas y más vueltas sobre sí mismos con tal de mostrar un repertorio retórico que, muchas veces, siquiera alcanzan a comprender ellos mismos. Otras, caen en los tópicos tan manidos en cuanto a sexo, dolor y psiquis se refiere la cosa. Pero esta señorita se desenvuelve con la necesidad, sí la necesidad y la maestría de quién sabe que lo malsonante es preciso cuando lo es y el lirismo no deja de tener cabida en lo que pueda “tacharse” de ordinario. Prueba de ello ese magnífico verso que enfatiza uno de sus poemas: “me colocaba flores de aire en el pelo”.
En el momento que ha quedado claro que andarse por las ramas y las dobleces, en este libro a cuatro manos, es algo que no casa con él, toman al asalto la primera línea de combate unos aspectos que preocupan y mucho.
La sangre, el fetichismo, la carne magullada, el fracaso y la humillación vistos desde ambos lados, desde el que castiga o desde el que lo sufre. Jugar a ser esquivo con unos sentimientos que no puede, siquiera, la autora esconder entre líneas. Pensar en la penitencia como salvación, y quizá lo más importante de todo: hablar de penes, besos, vaginas, botas con la necesidad y la seguridad con la que lo logra, es algo tan bestialmente feroz y real que nos hace, al menos al que suscribe, sentir por un momento primero piedad, después deseo hacia ella y finalmente, levantarnos de nuestro asiento para aplaudir los ovarios/cojones que muestra al contar algo que a todos, repito, A TODOS, nos ha obsesionado y apasionado alguna vez.
Consigue que el gusano que llevamos dentro se vuelva a arrastrar ante la impotencia de no estar a la altura, de no ser lo bastante inteligentes para que el dolor termine convirtiéndose en un bálsamo que sana, incluso, las llagas de unos seres que se suponen están ahí para ofrecerte todo a cambio de nada. Una familia a la que poco le importa que la madrugada te coma el hígado. Que las pestañas se resquebrajen por un estado etílico consentido.
Y es que no hay cosa peor que nadie oiga tus gritos.

Ángel Muñoz

 
 
LAS COSAS, MUCHAS VECES, SON MÁS SENCILLAS DE LO QUE APARENTAN

Ángel Muñoz, 2 prólogo a Dead Zone (o falso epílogo).

Siempre me ha parecido una falta de respeto con o hacia el lector contar, en un texto previo titulado prólogo, lo que más adelante se va a encontrar. Asimismo me resulta inservible, por no decir estúpido (bueno ya está dicho), la función de un epílogo en cualquier libro.
¿Para qué sirve un prólogo si su tarea no es la de aportar algo más al contenido que precede?
¿La función del epílogo solamente es para alabar lo magnífico que es el poemario o la novela de fulanito de tal, cuando siquiera se ha tomado la molestia (el escritor del susodicho epílogo) de leer en profundidad o meterse en la piel del propio autor?
Son premisas que con el paso del tiempo he ido adquiriendo, y a pesar de que trato de evitarlas no puedo dejar de caer, aunque sea mínimamente, en la tentación. Prueba de ello son las líneas que trazo sobre la obra de Lucía de Fraga, su aportación a este DEAD ZONE, tan magnífica como arriesgada. Sin embargo, sí quise dejar la puerta abierta a cualquier interpretación del lector. Interpretación perfectamente válida como la mía.
Sin más circunloquios no quiero, erróneamente, centrarme en los poemas de Vara, sacar mi visión y plasmarla aquí sin ningún miramiento. Esa tarea se la dejo a aquellos capaces de entender los versos y permitirse el lujo de aclarárnoslos, pues no todo el que lee poesía sabe lo que lee muchas veces. Yo no soy de esos, mi mástil no es el de esclarecer. Es preferible, por lo menos bajo mi humilde punto de vista, plantearse lo siguiente: ¿quién es este señor?, ¿quién es Vara y qué intención tiene con todas las tareas que afronta a través de su editorial NEURÓTICA BOOKS?
Vara es un ente que desde que estoy anclado en el mundo blogger tiene un deseo muy claro. Y ese no es otro que el de provocar al lector. Provocar mediante aspectos que algunos podrían tachar, quizá, de escandalosos, pero aspectos que a ti, a mí y al vecino de enfrente le interesan, aunque sea por puro morbo, y usando esa canal de comunicación, tan válido como otro cualquiera, mueve la cultura e incluso, no sé si consciente o inconscientemente, va mucho más allá: hurgar en aquellas mentes atrofiadas por una sociedad de consumo empeñada en etiquetar todo lo que se le pone por delante, y lograr un mínimo de remordimiento con el que nos planteemos si las formas que estamos usando para salir de los escaparates son las adecuadas.
Ver que esas opiniones tan placenteras, realmente, están ahí en cada uno de los proyectos que afronta este señor multidisciplinar afincado en Cataluña, no es algo fácil. Lo jodido de todo es que habrá mucha gente que no se sienta interesada por esta labor. Allá ellos.
No vale ver el morbo del sexo, la rabia del dolor en el amor o desamor en sus versos o en las interpretaciones de los poemas de Lucía. No, eso no es suficiente.
Es tan obvio como ponerse a leer y a continuación pensar. Sí, has oído bien, pensar. No es tan difícil, créeme.
Las cosas, muchas veces, son más sencillas de lo que aparentan. Se lo dice un tuerto.
Ángel Muñoz
 
 

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