RESEÑA,
del escritor
VICENTE MUÑOZ ÁLVAREZ:
Daño selectivo, el poemario que ahora se presenta, es Vara en estado puro: Vísceras, alcohol y sangre, ultraviolencia, desamor y sexo, trauma y pasión en desbordadas dosis: Un catálogo de perdedores y olvido, de outsiders y perros de lluvia, de paranoias, naufragios y nostalgias varias... Versos directos al corazón y a las entrañas, puñetazos contra el establishment y la burguesía, jarros de agua fría contra los tabúes y los convencionalismos.
Vara es, qué duda cabe, un agitador cultural y un bastión de resistencia frente al adocenamiento y la mansedumbre, un loco de la poesía, un terrorista literario y un ejemplo de integridad a seguir... Y no tanto ya por sus versos, interesantes e intensos de por sí, sino por la forma de atacar con ellos a Babilonia y de enfrentarse, mediante la palabra, a la sociedad y el mundo.
Poesía, en cualquier caso, no apta para menores ni académicos ni ratones de biblioteca... Poesía escatológica y dura como el pedernal, sudorosa y tremenda, epatante y guerrera... Poesía, en suma, para este nuevo y alienante milenio que nos ha tocado vivir.
Daño selectivo, el poemario que ahora se presenta, es Vara en estado puro: Vísceras, alcohol y sangre, ultraviolencia, desamor y sexo, trauma y pasión en desbordadas dosis: Un catálogo de perdedores y olvido, de outsiders y perros de lluvia, de paranoias, naufragios y nostalgias varias... Versos directos al corazón y a las entrañas, puñetazos contra el establishment y la burguesía, jarros de agua fría contra los tabúes y los convencionalismos.
Vara es, qué duda cabe, un agitador cultural y un bastión de resistencia frente al adocenamiento y la mansedumbre, un loco de la poesía, un terrorista literario y un ejemplo de integridad a seguir... Y no tanto ya por sus versos, interesantes e intensos de por sí, sino por la forma de atacar con ellos a Babilonia y de enfrentarse, mediante la palabra, a la sociedad y el mundo.
Poesía, en cualquier caso, no apta para menores ni académicos ni ratones de biblioteca... Poesía escatológica y dura como el pedernal, sudorosa y tremenda, epatante y guerrera... Poesía, en suma, para este nuevo y alienante milenio que nos ha tocado vivir.
PRÓLOGO de la escritora ADRIANA
BAÑARES:
¿QUIÉNES FUERON LOS CABRONES QUE ASESINARON LA TERNURA?
Ey, Alicia, ¿por qué huyes? ¿Qué crees que encontrarás a través del espejo? No creas que puedes escapar de los recuerdos. Recuerda que soy capaz de ver a través de la piel y desde aquí aún puedo ver en tus ojos el color del miedo. Tu cuerpo repleto de monstruos, se te pegan como sanguijuelas. ¿Sientes cómo absorben tu vida?
Ey, Alicia, ¿sabes cómo llamo yo a tu trastorno? Carcoma emocional. Escucha bien dentro de tu cabeza. ¿La oyes roer? Ávida de recuerdos vergonzosos te corroe. ¿Crees que podrás huir de lo que fuiste? Por mucho que corras tu conciencia gritará “Soy culpable”. Tu alma ya está demasiado sucia como para poder sobrevivir con dignidad a la muerte.
Ey, Alicia, sabes bien qué ocurrirá cuando termines. Despertarás en un charco de podredumbre. Te mirarás al otro lado del espejo y lo comprenderás, por fin, que el demonio eres tú y el sueño de ser Erika habrá terminado.
Bajo la luz naranja del eterno domingo de resurrección te verás desnuda y sola, condenada por tu deseo. Torturada por los recuerdos, aún, a pesar de todo. Ansiando desde lo más profundo de tu ser volver a ser carne para disfrutar del sexo más violento.
Ego pervertum.
Tú. Alicia. Verás pasar al conejo con su enorme reloj, y en tu angustia sin final sabrás que el tiempo ya no tiene sentido.
La luz naranja se apagará y, en las sombras, demonio inmoral, te ocultarás pariendo cientos de los tuyos. Cientos de demonios interiores que habrán de torturarte por siempre jamás sin que tú puedas repudiarlos. Porque ante todo aún temes la soledad tanto como a ti misma.
Ey, Alicia, date la vuelta y ven conmigo.
No temas.
Papá cuidará de ti.
¿QUIÉNES FUERON LOS CABRONES QUE ASESINARON LA TERNURA?
Ey, Alicia, ¿por qué huyes? ¿Qué crees que encontrarás a través del espejo? No creas que puedes escapar de los recuerdos. Recuerda que soy capaz de ver a través de la piel y desde aquí aún puedo ver en tus ojos el color del miedo. Tu cuerpo repleto de monstruos, se te pegan como sanguijuelas. ¿Sientes cómo absorben tu vida?
Ey, Alicia, ¿sabes cómo llamo yo a tu trastorno? Carcoma emocional. Escucha bien dentro de tu cabeza. ¿La oyes roer? Ávida de recuerdos vergonzosos te corroe. ¿Crees que podrás huir de lo que fuiste? Por mucho que corras tu conciencia gritará “Soy culpable”. Tu alma ya está demasiado sucia como para poder sobrevivir con dignidad a la muerte.
Ey, Alicia, sabes bien qué ocurrirá cuando termines. Despertarás en un charco de podredumbre. Te mirarás al otro lado del espejo y lo comprenderás, por fin, que el demonio eres tú y el sueño de ser Erika habrá terminado.
Bajo la luz naranja del eterno domingo de resurrección te verás desnuda y sola, condenada por tu deseo. Torturada por los recuerdos, aún, a pesar de todo. Ansiando desde lo más profundo de tu ser volver a ser carne para disfrutar del sexo más violento.
Ego pervertum.
Tú. Alicia. Verás pasar al conejo con su enorme reloj, y en tu angustia sin final sabrás que el tiempo ya no tiene sentido.
La luz naranja se apagará y, en las sombras, demonio inmoral, te ocultarás pariendo cientos de los tuyos. Cientos de demonios interiores que habrán de torturarte por siempre jamás sin que tú puedas repudiarlos. Porque ante todo aún temes la soledad tanto como a ti misma.
Ey, Alicia, date la vuelta y ven conmigo.
No temas.
Papá cuidará de ti.
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José Manuel Vara, autorretrato 2015
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